lunes, noviembre 06, 2006

Murra y Morris: Grandes de la etnohistoria y arqueología andina (2006)

Murra y Morris: Grandes de la etnohistoria y arqueología andina

Este año habrá sido particularmente duro con las disciplinas de la etnohistoria y arqueología andinas. Estas comunidades han perdido a John Murra y Craig Morris, dos innovadores investigadores en sus campos de estudio. El primero escribió el primer tratado de organización económica del estado Inca (1953), usando extensivamente documentos administrativos coloniales. Además, Murra identifica en los documentos de las primeras décadas de la colonia un sistema de organización económico andino, que llama verticalidad, que sociedades andinas empleaban para obtener alimentos de diversos medios ambientes. Cualquiera que haya viajado de Lima hasta Tarma podrá notar tal variabilidad en climas y fertilidad de tierras a diferentes alturas. El segundo, Morris, es un pionero de los estudios arqueológicos de la sociedad Inca en regiones provinciales, fuera del Cusco, es decir en los extensos territorios que conformaban el Tawantinsuyu. Morris y Thompson realizan en el sitio de Huánuco Pampa el primer estudio arqueológico sistemático de un centro administrativo del imperio Inca

Estas circunstancias me llevan a añadir que estas pérdidas se aumentan a la reciente de John Rowe, especialista de los estudios Inca en la ciudad imperial quien murió en 2005; y aun a añadir que Franklin Pease, etnohistoriador peruano, nos dejó hace algo más de tres años). Todos ellos mantenían estrechos lazos de estudio y amistad entre sí y formaban una importante fuerza en la investigación de las sociedades prehistóricas y coloniales de los Andes. El quinto pilar en esta importante área de estudios lo es, por supuesto, Maria Rostworowski, que nos sigue brindando importantes documentos sobre la vida de las poblaciones andinas después de la conquista, pero cuya trayectoria profesional se inicia con su premiada obra Pachacuti. Pero volvamos a Murra y Morris.

Ninguna crónica castellana del siglo XVI pudo presentar una descripción completa de la organización social y económica de los Andes. Los cronistas estaban más interesados en la sucesión dinástica Inca, las etapas de las conquistas en todo el Tawantinsuyu, la descripción de las riquezas de los Andes y sus asentamientos y muy pronto las guerras civiles que se inician entre castellanos. Mientras tanto, se desintegraban los sistemas andinos con la nueva administración colonial, primero con las exigencias de los encomenderos y luego con las reducciones de Toledo, todo ello en los primeros 50 años de la conquista. Sin embargo, los nativos tuvieron la oportunidad de presentar peticiones en las cortes de justicia en las que describieron sus propiedades, derechos, privilegios, etc. Es así que estos documentos describen situaciones que deben haber parecido insólitas a los administradores castellanos: comunidades, ayllus, cuyas posesiones territoriales se extendían allende los parajes del centro poblado más grande, por ejemplo al borde del lago Titicaca, y que mantenían derechos en lotes de tierras en otras regiones especialmente los fértiles valles costeños. Lo cierto es que este sistema de abastecimiento de las sociedades de alturas del Altiplano (los Lupaca y los Colla) o de las alturas de Huánuco (los Chupaychu) desapareció rápidamente en el contexto de la economía de mercado colonial, que en realidad se concentraba en la economía minera, actividad que despobló las tierras de mano de obra. Ciertamente el nuevo sistema de propiedad no permitió la posesión privada (aun si esta hubiera sido comunitaria) de los “archipiélagos” de tierras en diferentes pisos ecológicos; sin duda un complejo sistema de organización económica que estaba muy bien adecuado a la amplia variación de los climas y productos de los Andes. El sistema de intercambio interregional persiste hoy pero está más relacionado a una alta movilidad de productos y poblaciones en la economía de mercado, que incluye un común uso del trueque, más que a lazos sociales entre miembros de un ayllu repartidos en diferentes regiones.

Antes de los trabajos pioneros de Morris y Thompson, la información para interpretar la expansión de los Incas en el Tawantinsuyu y sus estrategias de conquistas se fundaban en los datos de las crónicas. Sin embargo, estas se interesaban más en las conquistas de cada Inca pero no en los aspectos políticos de ellas; aun así pocos cronistas coinciden sobre el orden de las conquistas, excepto en que Pachacuti y su descendencia fueron los arquitectos del imperio. Como es el caso que los grandes sitios Incas así como aquellos menores se hallaban a lo largo de la compleja red de caminos creada para comunicar las regiones del Tawantinsuyu, los cronistas suelen mencionar los grandes sitios administrativos o religiosos: Vilcashuaman, Pachacamac, Tambo Colorado, etc. Pero produjeron poca información para comprender las funciones de los sitios.

Hasta el inicio de la investigación del inmenso sitio de Huánuco Pampa, el trabajo arqueológico fuera del Cuzco había sido mínimo y se sabía poco como los Incas organizaron estos asentamientos. Para entender ese sistema le debemos también una gran deuda a John Hyslop (fallecido hace una década), quien prospectó gran parte del Cápac Ñan, los caminos reales, y de sus sitios asociados; sitios que se ordenaban en una jerarquía muy rígida desde los grandes asentamientos administrativos hasta los diminutos tambos construidos a lo largo de las calzadas.

Así, las excavaciones arqueológicas de Huánuco Pampa, sitio ubicado en las alturas que dominan en una región muy rica de producción ganadera y agrícola, revelaron la complejidad funcional de un centro poblacional en el que estaban representados todos los segmentos que hacían funcionar el imperio: soldados, productores de chicha, administradores, tejedores, ceramistas etc., quienes se encontraban repartidos en sectores y barrios muy bien definidos. Estos datos siguen siendo, además, los más completos obtenidos para un sitio Inca de esta envergadura y han sido esenciales para la reconstrucción de las estrategias políticas empleadas por el imperio Inca en su conquista de los extensos territorios del Tawantinsuyu. Ciertamente, después de Huánuco Pampa Morris se volcó luego a investigar otros casos de asentamientos para completar su visión de la geopolítica del mundo Inca: Cotapachi, el sitio de almacenes, collcas, más extenso del mundo andino en Cochabamba; La Centinela en Chincha, donde los Incas se integran, en vez de dominar, a la boyante sociedad comerciante que dominaba la región y el litoral; y el sitio de Tambo Colorado, un sitio puramente Inca, administrativo como Huánuco Pampa, que dominaba el valle de Pisco.

Si bien el roce académico de Morris es más limitado pues trabajó toda su vida en el Museo Americano de Historia Natural de Nueva York, desde el principio sus publicaciones, en especial aquella sobre la estrategia de urbanismo compulsorio del imperio, fueron fundamentales para el desarrollo intelectual de otros importantes investigadores del imperio Inca, en todos los países donde el Tawantinsuyu extendió su territorio. Esto es cierto también para Murra y el impacto pan-andino de sus estudios. El papel de Murra en los estudios andinos es crucial y a ello se le rindió tributo en el volumen de 2003, Homenaje a John Murra, donde un grupo de sus estudiantes contribuyeron con artículos de sus investigaciones. No es raro que el espectro de temas tratado sea amplio, y pocos aquellos relacionados con los Incas: ello es reflejo de la visión de Murra sobre lo intricado, infundido y amplio de las formas de organización andina en todos los aspectos de la vida diaria desde alimenticios hasta metalúrgicos. Un ejemplo de esto son los trabajos de Heather Lechtman, uno de aquellos estudiantes, cuya tarea no es sólo investigar aspectos técnicos del trabajo del metal en los Andes pero también el valor social e ideológico que esos metales y sus productos tienen en la sociedad andina.

Así, Murra y Morris fueron responsables de avances primordiales en los estudios andinos, uno en relación a los documentos, el otro en relación a la arqueología. Ambos dedicados a la investigación del imperio Inca y de la sociedad andina que recrearon y que se disolvió a lo largo del siglo XVI. Sus trabajos han sido y seguirán siendo lecturas y citas obligadas para todo estudioso de la sociedad andina en los últimos siglos de su independencia y su transformación en un orden occidental. Serán profundamente añorados en el mundo académico.

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