De los archivos: Buscar la Diversidad de la Herencia Cultural (2003)
por Alvaro Higueras Hare y Ulla Holmquist Pachas
Una tarea esencial de los investigadores de las ciencias sociales en las próximas décadas es diversificar los estudios de los bienes materiales que componen la herencia cultural del Perú. Los recientes descubrimientos en Sipán, Sicán, El Brujo, Huaca de la Luna, han enriquecido inmensamente esa herencia cultural --y nuestros conocimientos sobre las sociedades que construyeron tales monumentos-- y a la vez han incrementado y focalizado la atención pública en los restos materiales precolombinos.
El estudio de monumentos del periodo precolombino tiene la ventaja de ser el imán que atrae el turismo extranjero y nacional. Los sitios de reciente descubrimiento son incorporados en circuitos turísticos junto a los sitios ya tradicionales, como Cuzco, Machu Picchu, y las líneas de Nazca. En efecto, el turista extranjero está interesado en los espectaculares monumentos del periodo precolombino. Sin embargo, para nosotros, turistas nacionales, los restos precolombinos son sólo parte de una historia más larga y compleja. En este sentido, los restos materiales de los periodos colonial y republicano necesitan recibir mayor atención por parte de los investigadores y del público nacional.
El énfasis de la atención pública en el periodo precolombino ha afectado el interés --y la inversión para investigaciones científicas-- en los periodos colonial y republicano. Diversos eventos ocurridos en estos dos periodos han sido estigmatizados en las últimas décadas. Curiosamente, los eventos más polémicos --y que han ocasionado acciones políticas para contrarrestar su impacto en la sociedad peruana-- se encuentran en ambos extremos de la secuencia histórica que se inicia con el contacto de los Andes con Europa. Estos eventos han despertado importantes críticas provenientes de diversos sectores de la sociedad. El primer evento, que da inicio al periodo colonial, es la misma llegada de los europeos y la disrupción de las sociedades nativas. Hace pocos años, por ejemplo, hemos visto cómo con ocasión del quinto centenario del primer viaje de Colón se generaron revaluaciones del impacto de la influencia europea en América. El otro evento, más reciente y más vivo, es el desmantelamiento del sistema de terratenencia y su remplazo por un sistema cooperativo --que a su vez se ve hoy en proceso de cambio.
Lo delicado de estos dos temas ha provocado que la historia peruana de los periodos colonial y republicano mayormente se haya limitado a la producción bibliográfica de análisis políticos, económicos y sociológicos a partir de fuentes documentales. No existe ningún museo en Perú involucrado en la presentación sistemática de la historia material de estos dos periodos, y que complete así la secuencia histórica que se inicia con la prehistoria andina. Existen museos que celebran a los héroes (de guerras perdidas y ganadas) y a la larga sucesión de presidentes. Sin embargo, la difusión pública de tales análisis en los museos, y el estudio, restauración y preservación de los bienes muebles e inmuebles de ambos periodos --representando a todos los estratos de la población-- han sido opacados por la riqueza de las sociedades prehistóricas.
Durante los últimos años estamos adquiriendo una visión más objetiva de nuestro pasado colonial. Pero aún se necesita revaluar nuestra percepción de realidades más recientes, como la terratenencia de grandes plantaciones azucareras y superar los estigmas que pudiesen haberse generado sobre el tema. Lo más importante ahora es evitar que se pierdan las evidencias materiales de este periodo de nuestra historia. Por ejemplo, la recuperación de los restos inmuebles y muebles de agroindustrias norteñas del periodo republicano produciría una diversificación de la rica herencia cultural de Lambayeque y Jequetepeque. Así mismo, es necesario sistematizar la información sobre este periodo y diseñar museos que la difundan. La herencia cultural peruana se verá beneficiada por tal proceso, recuperando de manera sistemática los restos materiales de periodos críticos de la historia republicana. La recuperación de sitios históricos de los siglos XIX y XX complementará importantes avances hechos en la investigación de inmuebles coloniales, como iglesias y casonas, con el objetivo de recuperar el casco colonial de nuestras ciudades (por ejemplo, el programa de restauración de Trujillo).
En conclusión, la profundización del conocimiento de los monumentos y la historia del pasado más reciente del país será crucial para la continua construcción de la identidad nacional. Una identidad que --si bien está firmemente cimentada en el pasado precolombino-- necesita reconocer la diversidad de eventos históricos que han forjado el Perú de hoy, reflejándose en nuestra rica y diversa herencia cultural.
Una tarea esencial de los investigadores de las ciencias sociales en las próximas décadas es diversificar los estudios de los bienes materiales que componen la herencia cultural del Perú. Los recientes descubrimientos en Sipán, Sicán, El Brujo, Huaca de la Luna, han enriquecido inmensamente esa herencia cultural --y nuestros conocimientos sobre las sociedades que construyeron tales monumentos-- y a la vez han incrementado y focalizado la atención pública en los restos materiales precolombinos.
El estudio de monumentos del periodo precolombino tiene la ventaja de ser el imán que atrae el turismo extranjero y nacional. Los sitios de reciente descubrimiento son incorporados en circuitos turísticos junto a los sitios ya tradicionales, como Cuzco, Machu Picchu, y las líneas de Nazca. En efecto, el turista extranjero está interesado en los espectaculares monumentos del periodo precolombino. Sin embargo, para nosotros, turistas nacionales, los restos precolombinos son sólo parte de una historia más larga y compleja. En este sentido, los restos materiales de los periodos colonial y republicano necesitan recibir mayor atención por parte de los investigadores y del público nacional.
El énfasis de la atención pública en el periodo precolombino ha afectado el interés --y la inversión para investigaciones científicas-- en los periodos colonial y republicano. Diversos eventos ocurridos en estos dos periodos han sido estigmatizados en las últimas décadas. Curiosamente, los eventos más polémicos --y que han ocasionado acciones políticas para contrarrestar su impacto en la sociedad peruana-- se encuentran en ambos extremos de la secuencia histórica que se inicia con el contacto de los Andes con Europa. Estos eventos han despertado importantes críticas provenientes de diversos sectores de la sociedad. El primer evento, que da inicio al periodo colonial, es la misma llegada de los europeos y la disrupción de las sociedades nativas. Hace pocos años, por ejemplo, hemos visto cómo con ocasión del quinto centenario del primer viaje de Colón se generaron revaluaciones del impacto de la influencia europea en América. El otro evento, más reciente y más vivo, es el desmantelamiento del sistema de terratenencia y su remplazo por un sistema cooperativo --que a su vez se ve hoy en proceso de cambio.
Lo delicado de estos dos temas ha provocado que la historia peruana de los periodos colonial y republicano mayormente se haya limitado a la producción bibliográfica de análisis políticos, económicos y sociológicos a partir de fuentes documentales. No existe ningún museo en Perú involucrado en la presentación sistemática de la historia material de estos dos periodos, y que complete así la secuencia histórica que se inicia con la prehistoria andina. Existen museos que celebran a los héroes (de guerras perdidas y ganadas) y a la larga sucesión de presidentes. Sin embargo, la difusión pública de tales análisis en los museos, y el estudio, restauración y preservación de los bienes muebles e inmuebles de ambos periodos --representando a todos los estratos de la población-- han sido opacados por la riqueza de las sociedades prehistóricas.
Durante los últimos años estamos adquiriendo una visión más objetiva de nuestro pasado colonial. Pero aún se necesita revaluar nuestra percepción de realidades más recientes, como la terratenencia de grandes plantaciones azucareras y superar los estigmas que pudiesen haberse generado sobre el tema. Lo más importante ahora es evitar que se pierdan las evidencias materiales de este periodo de nuestra historia. Por ejemplo, la recuperación de los restos inmuebles y muebles de agroindustrias norteñas del periodo republicano produciría una diversificación de la rica herencia cultural de Lambayeque y Jequetepeque. Así mismo, es necesario sistematizar la información sobre este periodo y diseñar museos que la difundan. La herencia cultural peruana se verá beneficiada por tal proceso, recuperando de manera sistemática los restos materiales de periodos críticos de la historia republicana. La recuperación de sitios históricos de los siglos XIX y XX complementará importantes avances hechos en la investigación de inmuebles coloniales, como iglesias y casonas, con el objetivo de recuperar el casco colonial de nuestras ciudades (por ejemplo, el programa de restauración de Trujillo).
En conclusión, la profundización del conocimiento de los monumentos y la historia del pasado más reciente del país será crucial para la continua construcción de la identidad nacional. Una identidad que --si bien está firmemente cimentada en el pasado precolombino-- necesita reconocer la diversidad de eventos históricos que han forjado el Perú de hoy, reflejándose en nuestra rica y diversa herencia cultural.
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