lunes, diciembre 25, 2006

Verdaderos Museos Virtuales: Estructuras que Envuelven en la Realidad del Pasado

La visita a un museo es usualmente una experiencia que nos acerca a los objetos y tradiciones de sociedades antiguas, ordenadas por tópicos o por su evolución histórica. Es una experiencia didáctica. Su recorrido está guiado por una secuencia de textos que hilan el tema con el cual se ha armado. El guión es imprescindible para un museo: sea que se enfatice las prácticas de entierros, la confección y el arte de la cerámica, o la arquitectura, entre tantos temas posibles. Un museo que no se preocupa por guiones no es más que una galería de arte, en la que se restringe la experiencia del visitante, y se espera de él o ella un posible, pero muy incierto, despertar de emociones estéticas por la observación de las más finas piezas.

Si bien excelentes guiones pueden componer un museo muy didáctico en la más espartana de las condiciones edilicias, como ocurre en muchos casos, tenemos, por otro lado, la posibilidad de museos que no solo son creados con un guión novedoso, pero que tienen la suerte de poderse diseñar desde el inicio con un tema formal en mente. Así, este no sería el caso de una tumba para un museo, donde ella se adapta a las condiciones existentes, como el caso del pobre Tutankamón en el incomodo museo del Cairo, pero un museo para una tumba, o mejor aun, varias tumbas. Y creo que hay dos excelentes ejemplos de esta rara y excepcional condición: el mausoleo de Felipe II en Vergina, en Macedonia, norte de Gracia, y las tumbas de Sipán en Lambayeque, norte de Perú. Ambos museos lo invitan a uno a tener una virtual experiencia de lo que es una estructura funeraria y sus riquezas. Experiencias rarísimas y que hacen de estos dos museos casos ‘extremos’ de la museografía moderna.

En el sitio de Vergina (o Aigai), capital del antiguo Reino de Macedonia, se encuentra un gran túmulo que cubría tres mausoleos subterráneos de la época macedónica a los que se acedía por largos corredores que, afortunadamente, estaban sellados e intactos. Uno de los mausoleos era del rey Felipe II, padre de Alejandro Magno, y otro de Alejandro IV, hijo de Alejandro Magno.

Luego de la excavación de ambos mausoleos (con la remoción del montículo original) se decidió proteger las estructuras con un ambiente que reprodujera la forma que había tenido el túmulo original. Como se puede apreciar en la foto, la entrada es también diseñada para reproducir el corredor que fungía de entrada a los túmulos griegos (aunque en el caso de Vergina los mausoleos estaban completamente cubiertos).

Se ingresa a una sala de techo convexo y oscuro en la que se exhibe, en la penumbra, los bienes funerarios de cada tumba en casi invisibles vitrinas de vidrio, en las que destacan la capa púrpura, la corona de oro y la espada de Felipe II (quien murió asesinado en el teatro de la ciudad a unos cientos de metros de aquí). De hecho la riqueza de las ofrendas y la luz de la exhibición hacen parecer que las piezas flotan en el ambiente lúgubre de la tumba en la que nos encontramos. Los mausoleos se hallaron a unos siete metros bajo tierra en diferentes esquinas bajo el túmulo. Estos se dejaron en sus lugares originales y se accede a ellos por pasajes reconstruidos asemejando los corredores; los monumentos se conservan detrás de un vidrio, pero el descenso hacia ellos en su sitio original en la oscuridad es una rica experiencia. Los mausoleos mismos con sus ricos murales pre-Helenísticos y Helenísticos (pre- y post- Alejandro Magno no se pueden admirar).

En el pueblo de Lambayeque se encuentra el Museo de las Tumbas Reales de Sipán. El diseño del edificio es una replica de una de las típicas pirámides truncadas de la región, una estructura que pocas veces se ha hallado como lugar de entierros. En el caso de Sipán, las famosas tumbas se hallaron en una plataforma adyacente a las pirámides. Esta plataforma es más baja, sin rampas, y sirvió exclusivamente de mausoleo (que fue creciendo con cada nueva tumba). El diseño del museo entonces adapta una forma arquitectónica a los propósitos de la exhibición (véase circuito orgánico y espacio lógico, dos conceptos importantes para una exposición didáctica) y no es tan fidedigno como el caso de Vergina. El edificio tiene detalles modernos como son los cinco “sellos” y sus gigantes motivos que coronan la arista de la pirámide.

La experiencia de la visita se inicia con el edificio y éste definirá todo su recorrido pues presenta un itinerario en que sus niveles internos marcan la evolución del tiempo (pero al inverso, de la forma que los arqueólogos estudian los sitios, de más recienta más antiguo). Se accede a la cima de la pirámide, el inicio de la visita, a través de una imponente rampa. En la cima se ingresa a la pirámide, el mausoleo de Sipán, con sus paredes oscuras e iluminación exclusiva para las vitrinas. Y comenzamos a visitar el interior de la tumba, como si fuéramos topos, que horadamos la pirámide desde su cima y comenzamos a encontrarnos con todos sus restos: cada una de las tres tumbas, una sobre la otra, en los tres niveles principales. Se presenta así en una disposición extraordinaria que enfatiza el imbuirnos en el ambiente de un mausoleo y sus historia, las inhumaciones hechas en diferentes momentos en la vida del sitio de Sipán, en un lapso de 150 años.

Estos son dos museos son ejemplares en el tema de la constante exploración de una museografía más apropiada. De hecho, no creo que hayan podido hacer mucho más para brindar al visitante una experiencia lo más virtual en el tema de tumbas prehistóricas. Es interesante notar que estos museos, que difieren en serlos de sitio pues el de Sipán no lo es por razones de seguridad, han sido concebidos con el contexto arqueológico y su evidencia material como primera prioridad del guión de la exposición. Ello ha requerido reproducir arquitectónicamente las tumbas en sus dimensiones reales o relativas, y en ellas presentar las ofrendas funerarias que hacían, en otros tiempos, lo más relevante de una exposición. Sin embargo, en estos casos es claro que el contexto arquitectónico de las tumbas cobra un inmenso valor agregado en la presentación de lo que sería en otras circunstancias simples muestras de la destreza técnica y riqueza de sociedades prehistóricas.

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1 Comentarios:

Blogger Jimmy Ponce Campos said...

Lastimosamente en el Perú no existen Museos Virtuales, no hay constancia en las labores.

Felicidades por el blog.

4:31 a.m.  

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