Defensa del Patrimonio Cultural: El Frente Internacional (2006)
Publicado el 26 de noviembre 2006 en El Comercio
Nota: Este artículo había sido afichado en noviembre pero lo he puesto en primera página en el ctexto de la renovación del MOU Perú-EE.UU. sobre protección de bienes culturales. Vea nota URGENTE! y los enlaces a los documentos.
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El tema de la preservación del patrimonio cultural es central en un país como Perú donde la creatividad y maestría técnica de los artefactos de sus sociedades pasadas es codiciada por traficantes y coleccionistas. Los éxitos del Perú en controlar el activo tráfico de piezas han sido siempre variables, ganando algunas memorables victorias y perdiendo importantes casos tanto en el frente interno como externo. En este último recordemos la devolución en 1982 de la valiosa “Colección Recuperada’ hoy custodiada por el Museo del Banco Central de Reserva, o más recientemente por la publicitada recuperación de una corona Moche gracias a la cooperación de Scotland Yard y M.van Rijn. En el frente interno, en relación al saqueo de tumbas, y robos en iglesias y museos, el primer eslabón en este delictivo negocio, la pronta recuperación del sitio de Sipán por los arqueólogos de Lambayeque queda aun como un evento aislado en el intento de frenar esta actividad en su raíz.
Desde el evento de Sipán la conciencia pública sobre la importancia de preservar el patrimonio se ha afianzado con la participación de comunidades en su tutela, cuando ellas se “adueñan” y toman interés en su patrimonio. Lo importante es mantener el balance entre las leyes del patrimonio y la participación comunitaria; pero ese es otro asunto. Lo que sí es crucial es la supervisión de las colecciones privadas, esferas por las cuales se filtran las piezas traficadas (como se ha comprobado repetidamente). Acciones para reducir su influencia en el problema serían obligar al registro de todas las piezas en ellas (es decir en aquellas colecciones no accesibles de manera regular al público), negar que estas colecciones sean heredadas (para luego ser divididas y diezmadas), asegurar que pasen a ser propiedad del estado a la muerte de su coleccionista y que puedan ser administradas por entidades privadas.
En el frente internacional estos éxitos son resultado de los tratados bilaterales que el Perú firma con países interesados en detener este tráfico. Los fracasos se deben no a una falta de interés del gobierno peruano sino a la fuerte influencia de los ‘distinguidos’ comerciantes, rezagos de eras coloniales, en las decisiones de sus gobiernos. Dicho sea de paso, esa falta de legislación afecta tanto patrimonio peruano como el patrimonio de sus mismos países (aunque a veces menos a estos últimos). Veamos entonces cual es la situación el día de hoy.
Los tratados bilaterales más importantes que tiene Perú son con los EE.UU., un mercado de excepcional atractivo para piezas del patrimonio peruano. Un convenio del 1981 permitía la recuperación y devolución de bienes arqueológicos, históricos y culturales que fueran robados. Este convenio permitió la rápida repatriación de la ‘Colección Recuperada’ en 1982. Un segundo convenio firmado en 1997 que reforzó la protección de patrimonio imponía restricciones de importación de material arqueológico y de cierto material del periodo colonial. Fue ratificado en 2002, como previsto, y lo debe ser nuevamente en junio 2007. Este convenio entonces va a caducar y el Congreso de los EE.UU. está atendiendo peticiones para evaluar su renovación. Aunque parezca mentira, la renovación no es automática y habrá personas favorables al tráfico de piezas que tendrán voz en las audiencias que precedan la decisión.
Por el contrario, países como Alemania y Austria, que no han firmado la convención de la UNESCO de 1970, son refugio para los traficantes. Con Austria, sin embargo, se firmó un convenio de protección en 1999. Pero en Alemania la situación no se ha podido mejorar; mas aun, se ha empeorado, para todo el patrimonio cultural del mundo, exceptuando los de la Unión Europea, con una reciente nueva ley en Alemania. Según ella, la protección de piezas ocurrirá sólo si ha sido publicada e identificada individualmente en la Gaceta Gubernativa (el diario oficial). Las demás piezas, aun aquellas consideradas como patrimonio inalienable por otros países, podrán ser traficadas libremente y podrán exportarse de Alemania. Específicamente, piezas saqueadas en manos de traficantes serán excluidas de cualquier protección (de hecho no es posible que puedan ser publicadas en la Gaceta –aunque los países interesados tienen un periodo de un año para publicarlas, pero requerirán “prueba de su propiedad” para poder ser repatriadas). Siendo además esta ley no retroactiva, las piezas traficadas antes de la promulgación de la ley están desprovistas de protección. Alemania se convierte entonces en la nueva Meca del lavado de piezas tráfico del patrimonio cultural, un tráfico que se eleva unos seis billones de dólares año. Técnicamente, piezas vendidas en Alemania podrán ser comercializadas en países como EE.UU.
Pero no todo es malas noticias. Mientras tanto, Suiza, un país que era hasta hace poco un polo importante en el tráfico del patrimonio, ha dado un vuelco total en su apreciación del problema, firmando la convención de la UNESCO e iniciando la firma de tratados bilaterales, el primero con la vecina Italia; el Perú puede bien ser el siguiente, dado que las negociaciones ya se han iniciado. Este último tratado sería de inmenso beneficio para el patrimonio cultural peruano.
Así, las profundas implicaciones de un empeoramiento de la situación en Alemania se harán sentir en todo el mundo y ciertamente en Perú. Se puede prever que el tráfico se dirigirá hacia este país; las aduanas tendrán que estar atentos a un resurgimiento del tráfico, que por supuesto con la incitación de los traficantes disfrazados como coleccionistas, generarán sin duda grandes saqueos en los desiertos de la costa peruana; y entre ellos el ocasional asesinato. Sin embargo, la buena relación entre Peru y Alemania puede hacer perdurar un contexto idóneo para continuar efectuando presión frontal, con las varias petitorias en curso, sobre el gobierno de un país que en la tradición del siglo XIX exploraba y colmaba sus museos de piezas para la apreciación de las culturas del mundo pero quizás ha olvidado que en las últimas décadas el patrimonio cultural es propiedad intangible de cada país y su alienación y destrucción debe combatirse.
Nota: Este artículo había sido afichado en noviembre pero lo he puesto en primera página en el ctexto de la renovación del MOU Perú-EE.UU. sobre protección de bienes culturales. Vea nota URGENTE! y los enlaces a los documentos.
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El tema de la preservación del patrimonio cultural es central en un país como Perú donde la creatividad y maestría técnica de los artefactos de sus sociedades pasadas es codiciada por traficantes y coleccionistas. Los éxitos del Perú en controlar el activo tráfico de piezas han sido siempre variables, ganando algunas memorables victorias y perdiendo importantes casos tanto en el frente interno como externo. En este último recordemos la devolución en 1982 de la valiosa “Colección Recuperada’ hoy custodiada por el Museo del Banco Central de Reserva, o más recientemente por la publicitada recuperación de una corona Moche gracias a la cooperación de Scotland Yard y M.van Rijn. En el frente interno, en relación al saqueo de tumbas, y robos en iglesias y museos, el primer eslabón en este delictivo negocio, la pronta recuperación del sitio de Sipán por los arqueólogos de Lambayeque queda aun como un evento aislado en el intento de frenar esta actividad en su raíz.
Desde el evento de Sipán la conciencia pública sobre la importancia de preservar el patrimonio se ha afianzado con la participación de comunidades en su tutela, cuando ellas se “adueñan” y toman interés en su patrimonio. Lo importante es mantener el balance entre las leyes del patrimonio y la participación comunitaria; pero ese es otro asunto. Lo que sí es crucial es la supervisión de las colecciones privadas, esferas por las cuales se filtran las piezas traficadas (como se ha comprobado repetidamente). Acciones para reducir su influencia en el problema serían obligar al registro de todas las piezas en ellas (es decir en aquellas colecciones no accesibles de manera regular al público), negar que estas colecciones sean heredadas (para luego ser divididas y diezmadas), asegurar que pasen a ser propiedad del estado a la muerte de su coleccionista y que puedan ser administradas por entidades privadas.
En el frente internacional estos éxitos son resultado de los tratados bilaterales que el Perú firma con países interesados en detener este tráfico. Los fracasos se deben no a una falta de interés del gobierno peruano sino a la fuerte influencia de los ‘distinguidos’ comerciantes, rezagos de eras coloniales, en las decisiones de sus gobiernos. Dicho sea de paso, esa falta de legislación afecta tanto patrimonio peruano como el patrimonio de sus mismos países (aunque a veces menos a estos últimos). Veamos entonces cual es la situación el día de hoy.
Los tratados bilaterales más importantes que tiene Perú son con los EE.UU., un mercado de excepcional atractivo para piezas del patrimonio peruano. Un convenio del 1981 permitía la recuperación y devolución de bienes arqueológicos, históricos y culturales que fueran robados. Este convenio permitió la rápida repatriación de la ‘Colección Recuperada’ en 1982. Un segundo convenio firmado en 1997 que reforzó la protección de patrimonio imponía restricciones de importación de material arqueológico y de cierto material del periodo colonial. Fue ratificado en 2002, como previsto, y lo debe ser nuevamente en junio 2007. Este convenio entonces va a caducar y el Congreso de los EE.UU. está atendiendo peticiones para evaluar su renovación. Aunque parezca mentira, la renovación no es automática y habrá personas favorables al tráfico de piezas que tendrán voz en las audiencias que precedan la decisión.
Por el contrario, países como Alemania y Austria, que no han firmado la convención de la UNESCO de 1970, son refugio para los traficantes. Con Austria, sin embargo, se firmó un convenio de protección en 1999. Pero en Alemania la situación no se ha podido mejorar; mas aun, se ha empeorado, para todo el patrimonio cultural del mundo, exceptuando los de la Unión Europea, con una reciente nueva ley en Alemania. Según ella, la protección de piezas ocurrirá sólo si ha sido publicada e identificada individualmente en la Gaceta Gubernativa (el diario oficial). Las demás piezas, aun aquellas consideradas como patrimonio inalienable por otros países, podrán ser traficadas libremente y podrán exportarse de Alemania. Específicamente, piezas saqueadas en manos de traficantes serán excluidas de cualquier protección (de hecho no es posible que puedan ser publicadas en la Gaceta –aunque los países interesados tienen un periodo de un año para publicarlas, pero requerirán “prueba de su propiedad” para poder ser repatriadas). Siendo además esta ley no retroactiva, las piezas traficadas antes de la promulgación de la ley están desprovistas de protección. Alemania se convierte entonces en la nueva Meca del lavado de piezas tráfico del patrimonio cultural, un tráfico que se eleva unos seis billones de dólares año. Técnicamente, piezas vendidas en Alemania podrán ser comercializadas en países como EE.UU.
Pero no todo es malas noticias. Mientras tanto, Suiza, un país que era hasta hace poco un polo importante en el tráfico del patrimonio, ha dado un vuelco total en su apreciación del problema, firmando la convención de la UNESCO e iniciando la firma de tratados bilaterales, el primero con la vecina Italia; el Perú puede bien ser el siguiente, dado que las negociaciones ya se han iniciado. Este último tratado sería de inmenso beneficio para el patrimonio cultural peruano.
Así, las profundas implicaciones de un empeoramiento de la situación en Alemania se harán sentir en todo el mundo y ciertamente en Perú. Se puede prever que el tráfico se dirigirá hacia este país; las aduanas tendrán que estar atentos a un resurgimiento del tráfico, que por supuesto con la incitación de los traficantes disfrazados como coleccionistas, generarán sin duda grandes saqueos en los desiertos de la costa peruana; y entre ellos el ocasional asesinato. Sin embargo, la buena relación entre Peru y Alemania puede hacer perdurar un contexto idóneo para continuar efectuando presión frontal, con las varias petitorias en curso, sobre el gobierno de un país que en la tradición del siglo XIX exploraba y colmaba sus museos de piezas para la apreciación de las culturas del mundo pero quizás ha olvidado que en las últimas décadas el patrimonio cultural es propiedad intangible de cada país y su alienación y destrucción debe combatirse.
Etiquetas: patrimonio perú defensa arqueología cultura
1 Comentarios:
se estan vendiendo pinturas de la escuela cuzqueña en mercado libre
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